Resulta significativo que la Ilíada y la Odisea, los dos grandes poemas épicos que inauguran la literatura occidental, traten como uno de sus asuntos principales la infidelidad y la fidelidad de la mujer.
Desde entonces hasta hoy, los escritores parecen haber querido balancear la reputación de la mujer, contraponiendo ejemplos de lealtad marital con casos de adulterio en los que a menudo la protagonista, más que culpable, es una víctima de insatisfacciónes, fantasías, deducciones o veleidades del impredecible corazón.
Tema recurrente en la novela, el drama de la mujer infiel también ha sido sintetizado con acierto y en toda su intensidad en los diez relatos que, como pequeñas obras maestras, se incluyen en esta antonología.